A las 13:45 (AR) llegamos al aeropuerto de Santa Cruz de la Sierra (VVI) con una temperatura de 30°, después de un viaje tranquilo con leves turbulencias sobre Bs.As. Luego de pasar por migraciones y aduana como panchos por su casa a las 13:00 (BO) llamó papi al celular. Pasamos por la casa de cambio y en una maniobra brillante transformamos $200 en Bo 456.50 (cuando el cambio es casi 3 a 1) Tras un breve paseo por el aeropuerto, incluyendo una apertura de puerta para salir y arrepentirse, fuimos a comer a SUBWAY un sandwich de pollo Pizzaiola que resultó ser bastante picante. Después de la comida revisamos 7 veces la cuenta del cambio y decidimos que algo raro había. Hugo logró, después de pelearse 30 minutos, recuperar los $200. La "trampa" era que primero pasaban de $ a u$s y después a Bo, perdiéndose en el camino unos $50... [14:40] Mientras tanto cualquier intento de llamar por teléfono desde el celular de Hugo resulta en una simpática señorita boliviana diciendo "mensaje gratuito: el número es incorrecto, verifique e intente nuevamente. Gracias" (el truco con el teléfono era marcar 0010 antes)
El primer efecto que parece provocar la altura en Hugo son alucinaciones cholulo-deportivescas. Primero nos emocionamos al creer ver a Piazza, quien resultó ser un pelado con gorrita común y corriente. Después y ya sumergido en un delirio absoluto, tal vez incrementado por la extraña salsa roja del sánguche, juró y re-juró ver a Capriatti (!!) entre un grupo de chicas tenistas (debe haber un torneo, hay muchos tenistas) Unos holandeses? alemanes? se sentaron atrás nuestro. ¿Cómo diablos se entienden? Hablan bien raro... El chabón sabe hablar español ¡Los chicos también! Qué loco... [17:00] Ya embolados de la mesita amarilla de SUBWAY decidimos enfrentar el calor exterior y de paso sacar una foto con Viru-Viru de fondo, 20 minutos estuvimos sentados en el estacionamiento bajo el abrazante sol y un caluroso viento que le hacía compañía. La estrella de la visita fué un cartel de jabón en polvo "OMO" del otro lado de la ruta. Finalmente fuimos expulsados por furiosas hormigas coloradas que terminaron de volver la situación insoportable. Sentados ahora en el 1° piso del aeropuerto y escuchando una canción donde un hombre se la pasa cantando "Qué lástima, se nos murió el amor", seguimos recibiendo mensajes de Juan Cruz que nos pregunta si nos mudamos. Comercial de Pepsi con Britney Spears, Pink y Enrique, la gente lo mira hipnotizada y una chica protesta porque es la versión corta. La espera llegó a su fin y fuimos a hacer el check-in, pagar las tasa, preembarque y arriba del avión en un santiamén.
Contrastando con la velocidad de los trámites el acomodamiento de los pasajeros fué astante caótico, el avión iba lleno y nadie parecía muy conforme con su ubicación ni con la capacidad de ubicar su equipaje de mano. Una vez terminado el enroque de personas y habiendo ubicado la mochila de una intranquila canadiense bajo los pies de Hugo el avión retomó la expeditividad inicial; arrancó, se acomodó en la cabecera y despegó enseguida. Había un par de azafatas simpáticas y una alta mala onda que se creía la gran cosa. Nos esperaba una hora de vuelo y el avión se parecía cada vez más a un 60 con alas. Parte del movidito vuelo lo pasamos hablando con un canadiense de 16 años que junto a su intranquila hermana y su madre iban a vivir 2 años en La Paz, el parecía entusiasmado, ella no.
Al momento de servir las bebidas había una ¿gaseosa? amarillenta de la que el nombre no me acuerdo, pero que su slogan era "El sabor de Bolivia", pedimos Coca-Cola. Al bajar del avión el sorochazo no fué tan terrible como todos nos auguraban. Aunque al tratar de hablarle a Hugo a las dos palabras me quedé sin aire como si hubiera picado al áera desde mitad de cancha. Casi metemos la pata al pasar por aduana, porque habíamos dejado la declaración en Viru-Viru y por poco dejamos la de Argentina, pero luego de repensarlo y consultar la recuperamos sin problemas aunque el oficial de aduanas no era muy amable. Reorganizamos las mochilas, averiguamos las tarifas de los taxis y después de comprobar un desbarajuste en el desodorante tomamos un taxi (45 Bo) al Alojamiento Universo donde nos esperaban Daniel y Laura. Bajar desde el Alto es espectacular, mientras un simpatico taxista manejaba sin sobresaltos se veía la enormidad de La Paz iluminada al pie de la montaña.
Entramos al alojamiento y nos recibió un amable muchacho que nos llevó a la habitación y nos dijo que Daniel y Laura habían salido (al poco rato llegaron). El lugar era modesto pero estaba bien. Salimos a caminar por La Paz y Hugo quería comer, a un par de cuadras entramos a un restaurant muy pintoresco y Hugo comió una gran y suculenta milanesa de pollo, muy rica. La Coca-Cola tiene distinto sabor. Daniel y Laura nos dicen que hay anunciada una huelga para el lunes, que debería confirmarse mañana por la suba de los combustibles, lo que complicaría nuestros planes de salir ese día temprano hacía Copacabana. Después de comer caminamos una cuadra y empezó a llover. Volvimos al alojamiento. Hasta ahora el único efecto notable de la altura es que me agito bastante más de lo normal al caminar y al hablar. A Hugo le duelen un poco los oídos. Después de escribir el relato a las 12:40 me dispongo a dormir, Hugo ya se durmió y su forzada respiración es bastante distinta a la que suelo escuchar en Bs.As. El alojamiento queda en: Inca Mayna Kapac 575 |
>> 09 de Enero 2005 - La Paz |