Catedral de Copacabana - Bolivia
12 de Enero 2005 - Hacia Cusco

    Como era de esperar fué una pésima idea no comer, a las 5 de la mañana me levanté a pasarla bastante mal en el baño. Después de eso a las 10 nos levantamos para irnos, yo no tenía ni fuerza para pestañar, Hugo por momentos parecía estar mejor y por momentos peor.
    Fuí a pagar y para mi sorpresa pretendían cobrarnos 90 bolivianos, luego de una breve discusion del tipo "si, si.. 90 bolivianos. - Pero nos dijeron 10 por día. - Si, si 15 por día. 90 bolivianos. - Nos dijeron 10. - 60 bolivianos. - ok"
    Salimos, le sacamos una foto a la iglesia y fuimos a uno de los dos locales de internet que hay sobre la principal de Copacabana, caro (10 Bo/hora) y lento. Le mandé un mail a papi como para reestablecer contacto con Buenos Aires, nuestras últimas señales de vida habían sido el sábado a la noche. Hugo le mandó un mail a Julieta y nos fuimos, la velocidad era un embole.
    Fuimos a comer una pizza al mismo lugar donde cenamos la primera noche. Yo apenas y con mucho esfuerzo pude comer una porción, Hugo comió tres. A esa altura ya era claro quién se sentía mejor.
    El micro salía a las 13:30. Llegamos pasadas las 12:00 y ya estaban casi todos los pasajeros, al parecer no eramos los únicos ansiosos por irse de Bolivia.
    Nos acomodamos, unos asientos más adelante estaban las dos chicas del minibus de La Paz a Copacabana. Cuando ya estaban todos acomodados las empiezan a llamar por su nombre y las amenazan bajar del micro si no pagan unos u$s 4 más cada una alegando un cambio de tarifa por la suba de combustibles. Luego de una rabieta pagaron y el micro emprendió su camino. Nos costaba creerlo pero era un micro de verdad y no un minibus o algún otra variedad. Al parecer a todos (o a casi todos, no a nosotros) les hicieron pagar extra.

Frontera entre Perú y Bolivia
    Llenamos los papeles de migración de Perú que nos dieron al subir y en poco tiempo estabamos en la frontera. Luego de una larga y lenta cola al rayo del sol hicimos los trámites sin problemas, mientras unas yanquis probaban los helados de agua más feos de sus vidas "parece de fresa, pero tiene gusto a canela, pruebalo!" nadie se animo...
    A dos chicas que habían estado con nosotros en la Isla del Sol el día anterior les habían robado los pasaportes y u$s 250, a pesar de que les dijeron que con la denuncia de robo era suficientepara pasar se tuvieron que quedar.
    Pasamos caminando a Perú, nuevamente sin problemas. Hubo un momento de confusión porque uno de los sellos estaba mal y decía 12DEC en vez de 12JAN, los nuestros estaban bien. Seguimos viaje.
    Por algún motivo ver ondular las banderas rojas y blancas provocaba una tranquilidad notable y no sólo en nosotros.
    Fué entonces cuando nos topamos con un piquete, la ruta cortada con grandes piedras y un grupo no muy grande de gente, había también algunos en la ladera de la montaña con piedras en las manos. Después de charlar un rato con el chofer nos dejaron seguir.
    Unas horas después y tras atravesar en total tres píquetes llegamos a Puno, parando solo para que el chofer pueda aligerar su vejiga a la vera del camino.
    Daniel, el encargado del viaje, no encuentra nuestros nombres en el registro de pasajeros que van hacia Cusco pero nos dice que no nos preocupemos, le hacemos caso. Dejamos las mochilas en la terminal, en las oficinas de Turismo San Luis y compramos la excursión a los Uros ("lashh ishhlashh de loshh Urosshh...") compartimos la excursión con un típico grupo de argentinos, de esos que no pasan inadvertidos uno más gracioso que el otro, una finlandesa que estuvo un año y medio en Kosovo, un par de brasileños y otra pareja argentina, el muchacho había hecho el primario en Seguí y no me acuerdo cual, cerca de casa.
    Un minibus nos llevó hasta el puerto y sin decirnos nada nos deja ahí esperando, supuestamente, por la guía y más gente. Todos veníamos de Bolivia y la desconfianza pero la excursión, las mochilas y la continuidad del viaje era alta, pero Perú aún merecía una oportunidad.

Puerto de Puno - Perú
    Llega la guía y el resto del contingente, pero lo que no aparece ahora es el barco. Después de algunos titubeos nos hicieron subir al barco de Don José, un afable viejito peruano. Al terminar de acomodarnos, cosa que no llevó poco tiempo, llega el barco en el cual debíamos subir originalmente, a pesar de los intentos del grupo por hacerle el aguante a José tuvimos que cambiar de barco.
    Arrancamos, todavía no habíamos salido del puerto y el motor del barco se plantó. "Con José esto no hubiera pasado!!" gritaba más de uno. Presurosamente un muchacho abriío la tapa del motor y soltó una gruesa manguera de goma que echaba vapor; parecía ser el final de la expedición, al menos en esa embarcación, pero tras llevarse rápidamente la manguera a la boca y aspirar o soplar por ella la reconectó y resucitó el motor, causando sorpresa, espanto y carcajadas en todos los que podíamos observar el increíble espectáculo. Otra vez nos encontrabamos navegando el Titicaca.
    El viaje pasó entre bromas y saludos a los barcos que volvían.
    Al llegar a la primera isla pudimos comprobar lo blando del piso de totoras de la isla así como escuchar nuevamente distintos datos sobre el lago y conocer cosas de esta extraña tribu flotante. Además, y como era de esperar, había varios puestitos de insistentes Uros que trataban de vender sus artesanías. Para ir a la siguiente isla nos invitan por "sólo tres soles" a hacerlo en una balsa de totora, el mediode locomoción de los Uros en el Titicaca, por iniciativa de Hugo nos montamos en la balsa (camo ha cambiado este muchacho, es todo un aventurero) e instamos a un par más a que lo hagan.

Navegando el Titicaca - Perú
    La balsa resultas mucho más estable que cualquier bote al que me haya subido anteriormente, el remero nos dice que le paguemos al llegar, si llegamos. Risas y retruques de parte de los argentinos, el brasilero parece medio nabo. En la balsa también había dos pequeños empeñados en vendernos postales y otras cosas.
    Durante el apacible viaje observamos como nos pasa a toda velocidad un bote de madera de los "comunes" con una chola al mando de los remos que le impregnabaal bote una rapidez increíble. El comentario obvio fué sobre la potencia y la fuerza de esas mujeres y uno de los chicos nos comenta que en copacabana se habían perdido por unos días una promocionada "lucha de cholitas" un espectáculo similar a "Titanes en el Ring" pero con cholas bolivianas.
    Llegamos a la isla luego de un pequeño susto (nuestro, no del conductor claro) al ver uno de los barcos enfilando directamente al medio de nuestra balsa y la islaera más de lo mismo, la tercera ya estuvo completamente de más, pero habíamos pagado por tres islas y fuimos a las tres. En la última un par de tarambanas y la finlandesa casi se quedan abajo.
    La vuelta al puerto fué tranquila y ahí nos tiraron a la buena del señor, fuimos hasta donde nos había dejado el minibus con más dudas que certezas, pero enseguida llegó un minibus que nos llevó a la terminal sin pedirnos ni un sol a cambio. Todo funcionó a la perfección.
    Al volver a la terminal fuimos a solucionar el tema de los pasajes, Hugo visitó las instalaciones higiénicas y yo fuí a la ventanilla. Estaba tratando de exoplicarles que no tenía ningún ticket y que se suponía que me lo tenían que dar ellos ahora, cuando salió de la nada Daniel y les dijo que debían darme dos tickets coche cama para las 9:00 de la noche. ¿No era a las 8:00? no, a las 9:00.
    Todos los demás salían a las 8:00... Me mostró en los pasajes, las ubicaciones y el horario. Los pasajes eran de la empresa San Martín (y no San Luis) y estaban uno a nombre de "Eliana" y otro a nombre de "Persiwotto". Así como apareció, Daniel desapareció.

Capital Uros - Perú
    Comimos un sandwich de pollo con queso y con alegría comprobamos que había vuelto la señal al celular, llamamos a casa y a Julieta. Todos nos extrañan mucho.
    Después de comer Volvemos a la ventanilla de San Luis, recuperamos las mochilas y nos sentamos a esperar mirando por canal 23 el final de "El rey escorpión" y después un programa político sobre Puno y el Perú.
    Los dos mantenemos nuestra desconfianza sobre el futuro del viaje pero tratamos de no comentarlo mucho, sólo queda esperar.
    Cuando San Luis cierra, terminando su labor diaria, nos indican a nosotros y a una pareja de italianos que pasemos hacia otro sector por el mostrador de la empresa San Martín. Allí nos hacen esperar un buen rato, con un par de amagues incluidos, hasta que nos dicen que embarquemos por la puerta que se encuentra a nuestra derecha. Obviamente llovía, Hugo guarda los bolsos y oh sorpresa! le dan un ticket por las mochilas! yo subo directamente al micro. Nuestros asientos eran tipo cama y estaban en un sector del micro donde sólo había nueve asientos. La numeración era pobre pero no había mucho margen para el error, los últimos cuatro asientos debían ser 6,7,8 y 9. Los dos últimos nuestros, los otros dos de los italianos. Yo decidí que 8 y 9 debían se los situados a la derecha (después vi el número 6 sobre el asiento de Hugo). Por la ubicaciónb mi asiento carecía de posapie ya que daba al pasillo no tenía asiento adelante, era una lástima pero proporcionaba una salida fácil hacia el baño, cosa nada despreciable.
    El micro realmente era muy cómodo pero la falta de aire acondicionado prometía hacer el viaje difícil. Enseguida pusieron una mala y típica película de micro, una americanada donde el héroe derrota él solo a toda una banda de criminales después de que al principio ellos mataran a sus hombres.
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